LOS TRATADOS DE ARISTOTELES
La disposición de los tratados y del texto mismo se deben al primer
editor de Aristóteles, Andrónico de Rodas. Cómo obtuvo los manuscritos de los
tratados es el tema de una sorprendente historia, en verdad apenas creíble.

De acuerdo con ésta, la biblioteca de Aristóteles pasó, a su muerte, primero a Teofrasto y luego a Neleo de Scepsis. Los herederos de Neleo no estaban aparentemente ellos mismos interesados en el contenido de los libros, pero para evitar que fueran confiscados para la biblioteca de los reyes de Pérgamo, los escondieron en un sótano en Scepsis.
De allí, estos fueron finalmente recobrados en condición muy dañada por un bibliófilo llamado Apelicon, quien los trajo de vuelta a Atenas.
Cuando Atenas fue conquistada por Sila el 86 a.C., este se apropió de los libros y los envió a Roma donde, sin embargo, sufrieron ulterior maltrato a manos de copistas hasta que Andrónico fue 7 encargado de editarlos y publicarlos en la segunda mitad del siglo primero antes de Cristo. La historia implicaría que los tratados de Aristóteles eran bastante desconocidos desde el comienzo del siglo tercero hasta la mitad del siglo primero a.C., pero esto es con claridad una exageración.
Es difícil de creer que los libros que se abrieron paso a Scepsis, representaban la existencia completa de sus obras en el Liceo. Además, un fragmento de una carta de Epicuro, que se ha conservado, hace referencia a los Analíticos y a ciertas obras físicas de Aristóteles no especificadas, y esto muestra que el conocimiento de los tratados no estuvo limitado a la escuela misma.
Aún así, Aristóteles fue generalmente conocido por su diálogos más que por sus tratados hasta que Andrónico hubo producido su gran edición. Si esa edición incorporó o no manuscritos recientemente re descubiertos, ella ciertamente estimuló un re descubrimiento de Aristóteles y formó la base de todas las ediciones subsiguientes. Además, el ordenamiento tradicional del texto, las divisiones entre libros y el agrupamiento de libros dentro de tratados, todos derivan en último término de Andrónico, aunque en muchos casos este ordenamiento se apoya en indicaciones insertas en el texto mismo. Así, la más bien heterogénea colección de libros que conocemos como la Metafísica, debe su título a su original posición en la edición de Andrónico.
Como lo indica el sentido literal de su nombre griego, este fue simplemente el grupo de libros que vino después de las obras físicas, y el término general para el tema de la mayoría de estos libros es ‘filosofía primera’. Las dos cuestiones de autenticidad y estilo están conectadas. De un modo diferente que las obras literarias, los tratados no fueron compuestos, como ellos están, para la publicación, al menos para una publicación general.
Con la excepción de unos pocos pasajes, ellos no tienen pretensiones de pulimento literario. Su estilo es económico, a veces hasta el punto de ser oscuro. A veces el texto parece contener poco más que una serie de encabezamientos anotados para discusión o desarrollo posterior. El curso del argumento es a menudo interrumpido por digresiones, a medida que surgen puntos de las dificultades o se siguen posibles objeciones; y hay numerosas repeticiones, siendo atacado el mismo problema desde ángulos similares o levemente diferentes en varias ocasiones.
La indicación de que los tratados representan, en su mayor parte, notas
referentes a la lectura de los cursos que Aristóteles dio en el Liceo es bastante
plausible. La mayoría de los estudiosos piensa que estos son las notas que Aristóteles
compuso para sí mismo como base para sus lecturas, aunque los más escépticos dirían
que son obra de un cuidadoso discípulo que atendía esos cursos. Dando por
descontado que la solución no puede ser establecida con seguridad, la opinión de que
ellos son producciones de segunda mano parece extremadamente improbable en vista
de la unidad y coherencia de pensamiento que ellas exhiben. Sin embargo, el modo
como los tratados fueron compuestos posibilitó la inserción de correcciones y
reflexiones, y algunos de estos agregados bien podrían no ser obra del mismo
Aristóteles.

De acuerdo con ésta, la biblioteca de Aristóteles pasó, a su muerte, primero a Teofrasto y luego a Neleo de Scepsis. Los herederos de Neleo no estaban aparentemente ellos mismos interesados en el contenido de los libros, pero para evitar que fueran confiscados para la biblioteca de los reyes de Pérgamo, los escondieron en un sótano en Scepsis.
De allí, estos fueron finalmente recobrados en condición muy dañada por un bibliófilo llamado Apelicon, quien los trajo de vuelta a Atenas.
Cuando Atenas fue conquistada por Sila el 86 a.C., este se apropió de los libros y los envió a Roma donde, sin embargo, sufrieron ulterior maltrato a manos de copistas hasta que Andrónico fue 7 encargado de editarlos y publicarlos en la segunda mitad del siglo primero antes de Cristo. La historia implicaría que los tratados de Aristóteles eran bastante desconocidos desde el comienzo del siglo tercero hasta la mitad del siglo primero a.C., pero esto es con claridad una exageración.
Es difícil de creer que los libros que se abrieron paso a Scepsis, representaban la existencia completa de sus obras en el Liceo. Además, un fragmento de una carta de Epicuro, que se ha conservado, hace referencia a los Analíticos y a ciertas obras físicas de Aristóteles no especificadas, y esto muestra que el conocimiento de los tratados no estuvo limitado a la escuela misma.
Aún así, Aristóteles fue generalmente conocido por su diálogos más que por sus tratados hasta que Andrónico hubo producido su gran edición. Si esa edición incorporó o no manuscritos recientemente re descubiertos, ella ciertamente estimuló un re descubrimiento de Aristóteles y formó la base de todas las ediciones subsiguientes. Además, el ordenamiento tradicional del texto, las divisiones entre libros y el agrupamiento de libros dentro de tratados, todos derivan en último término de Andrónico, aunque en muchos casos este ordenamiento se apoya en indicaciones insertas en el texto mismo. Así, la más bien heterogénea colección de libros que conocemos como la Metafísica, debe su título a su original posición en la edición de Andrónico.
Como lo indica el sentido literal de su nombre griego, este fue simplemente el grupo de libros que vino después de las obras físicas, y el término general para el tema de la mayoría de estos libros es ‘filosofía primera’. Las dos cuestiones de autenticidad y estilo están conectadas. De un modo diferente que las obras literarias, los tratados no fueron compuestos, como ellos están, para la publicación, al menos para una publicación general.
Con la excepción de unos pocos pasajes, ellos no tienen pretensiones de pulimento literario. Su estilo es económico, a veces hasta el punto de ser oscuro. A veces el texto parece contener poco más que una serie de encabezamientos anotados para discusión o desarrollo posterior. El curso del argumento es a menudo interrumpido por digresiones, a medida que surgen puntos de las dificultades o se siguen posibles objeciones; y hay numerosas repeticiones, siendo atacado el mismo problema desde ángulos similares o levemente diferentes en varias ocasiones.

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